miércoles, 27 de febrero de 2008

TAHITI

DIA 1: Partimos de Santiago el 6 de febrero, los viajeros: Daniela, Rodrigo, Rose y Juan Pablo. Destino: Moorea y Bora-Bora. Por detalles que serán revelados pronto, el viaje estuvo en duda hasta el penúltimo día. No estuvo en duda hasta el último día porque ese día tuvimos que hacer las maletas, obvio. El avión se fue tipin 6.00 pm y el viaje se hizo largiiiiisimo. La razón: de Santiago a la Isla de Pascua son 5 horas, el avión hace una parada en la Isla de 1 hora, que sumadas a las 5 horas que hay entre la Isla y Papeete hacen la no despreciable suma de 11 horas de viaje. Además, el cambio de hora entre Chile y la Polinesia francesa nos dejo con el sueño algo confundido. Hay 7 horas de diferencia entre Chile y Tahiti.

Llegamos a las 23.50 hrs -hora local- al aeropuerto FAAA (así se escribe y lee, no tartamudeo) y nos hicieron el típico recibimiento con collar de flores, el calor era infernal. Yo no soy meteorólogo pero los grados de temperatura ambiental deben haber estado medidos en escala Fahrenheit, y ni hablar de la humedad. Nos fuimos al hotel Tiare Tahiti, que era una especie de residencial china (¿?) de mala muerte. Sin embargo, estaba ubicada en el corazón del corazón del centro de Papeete, muy cerca de todo. Mi primera sorpresa: el enchufe era distinto al usado en Chile pero se podía usar sin ningún problema (eso si, el voltaje es distinto).


DIA 2: Después del desayuno teníamos que hacer hora para abordar el ferry que nos llevaría a Moorea, así que nos fuimos a conocer Papeete (que de hecho sólo era un transito para llegar a nuestro destino final). En resumen, Papeete fue muy agradable, la gente siempre andaba contenta y era muy amable con los turistas, conocimos el mercado y otras tiendas del centro. Una cosa que me sorprendió gratamente fue que uno de los transportes más utilizados eran las motos scooter, y lo mejor era que la ciudad estaba diseñada para las motos, por lo que se podía ver a todo tipo de espécimen encima de una moto. Almorzamos en Mc Donalds!!!!. Papeete, así como toda la polinesia francesa, es extremadamente caro, el costo de la vida es muy superior al chileno así que todo nos dolía en el alma, y se podría decir que Mc Donalds era la mejor opción (considerando que Daniela es un poco mañosa para comer, pero un poco no más).

A las 15.00 hrs. nos embarcamos en el ferry rumbo a Moorea, el paisaje era espectacular, desde el mar pudimos contemplar la vegetación de la isla, completamente exuberante. El viaje hasta Moorea demoro apróx. 50 minutos. Desembarcamos en el sector de VAIARE y de ahí rumbo al hotel Hibiscus, que para nuestra felicidad era muy típico: palmeras por montones, hibiscus que crecían como maleza, todo con vista a la playa, todo muy, pero muy verde. A nuestra llegada al hotel nos dimos cuenta el por qué en todos los folletos turísticos referidos a Tahiti se habla de lago en vez de océano o de mar o de la playa. Es simplemente porque las islas están rodeadas por arrecifes (donde revientan las olas), por lo tanto lo que queda entre los arrecifes y la isla es: UN PERFECTO LAGO DE COLOR TURQUESA!!!!.

Una vez instalados nos dirigimos raudos a conocer el hotel entero, nos quedamos un rato en la piscina y a las 19.00 hrs., ante nuestra sorpresa, se oscureció completamente. Entonces comprendimos por qué el mercado de Papeete abría sus puertas a las 4 de la mañana: para aprovechar mejor el día. En general, la gente se despierta muy temprano y todo funciona desde muy temprano hasta las 17 hrs. (bancos, tiendas, etc.). Lo bueno fue que con el cambio de horario estábamos despiertos desde las 6 de la mañana, así que nuestras actividades comenzaban a las 7 o máximo 8 de la mañana.


DIA 3: durante la noche nos dimos cuenta que nuestro bungalow (de techo de hoja de palmera) tenía como habitantes originarios a un par de lagartijas que comedoras de mosquitos. Si bien no hacen nada, salvo moverse para comer mosquitos, Daniela les tiene pánico, así que ella se dormía primero y yo me quedaba vigilando que las lagartijas no bajaran hasta la cama a atacarnos.

Durante la mañana arrendamos un auto para conocer la isla. Moorea no es una isla muy grande (comparada con Pepeete), y tiene la particularidad que las casas, hoteles, negocios, etc. están repartidos a lo largo de toda la costa, por lo que siempre hay algo que ver. Un detalle: en las islas se utiliza el franco polinesico (Fcfp), donde 79 Fcfp equivalen a 1 dólar (dependiendo del lugar). El paseo estuvo bacan, subimos a un mirador, paramos en tiendas varias, y fuimos al banco. También aprovechamos de ir a la playa, en el sector de TEMAE, para bañarnos un rato y hacer snorkeling. La temperatura del agua es simplemente increíble, y ni hablar de la visibilidad. Con el tiempo descubriríamos que independiente del lugar donde nos bañábamos siempre había muchos peces para ver (y con mucha variedad de ellos). Mientras estábamos en la playa llegaron muchas familias del lugar a hacer picnic, prendían una fogata y se hacían un vituperio, lo pasaban la raja. Una vez en el hotel nos toco una pequeña lluvia tropical que no fue impedimento para que nos metiéramos de cabeza a la piscina por un buen rato.

Con la ubicación del hotel tuvimos mucha suerte, ya que se encontraba cerca de un pequeño mercado, donde había un minisuper, tiendas, un cajero automático (que además hacia cambios de $), arriendo de auto, bicicletas, buggies y tambié había un restaurante. Digo esto porque en el minisuper vendían una cerveza tahitiana muy buena: HINANO. En la noche (21 hrs.) conversamos un rato y luego nos gano el sueño.

DIA 4: Luego del desayuno nos fuimos a nadar con TIBURONES Y RAYAS!!!. El día anterior (en el desayuno) conocimos a Sergio, un francés patiperro que había llegado a Moorea hace algunos años y que ahora servía el desayuno en el hotel y hacía tour en su lancha a módicos precios (3.000 Fcfp pc). Nos llevo en su lancha, a través de la laguna turquesa, a un sector donde había tiburones punta negra y rayas. La vista de Moorea desde el mar era bestialmente paradisíaca. El agua en aquel sector dejo de ser turquesa para ser transparente. Sergio atrajo a las rayas con el olor de unas sardinas y éstas llegaron al instante. Los tiburones también aparecieron en el acto. Luego de superar el miedo natural de ver a tiburones y rayas a 1 centímetro de distancia, salte valientemente de la lancha al agua. Las rayas se paseaban por el lado de uno y hasta se podían tocar. Los tiburones eran más esquivos (menos mal). Hicimos snorkeling y Sergio nos mostró la flora y fauna del lugar.

Un dato freak: conocimos a un pez que se parecía a NEMO con su casa y todo. Cerca, muy cerca de donde estábamos, unos gringos se estaban casando al estilo Tahiti: en el mar, con collares de flores, música de ukulele, y toda la parafernalia. Me imagino que deben aforrar tremendo palo por hacer esto, aunque en realidad, aforran el tremendo palo por todo. Una vez que nos aburrimos de nadar en aguas turquesas con rayas y tiburones, descansamos un rato en la cabaña para salir de picnic a la playa.

De vuelta nos metimos a la piscina un buen rato, cenamos y a las 20 hrs. (trasnochando!) nos fuimos a un show polinesico en el TIKI THEATRE VILLAGE. Muy bueno!!.

DIA 5: desayunamos y partimos al aeropuerto de Moorea para dirigirnos a nuestro nuevo destino: Bora-Bora. El vuelo entre estas dos islas dura apróx. 50 minutos (el avión hizo una parada en la isla de HUAHINE). Viajamos en AIR TAHITI. Una curiosidad: una vez dentro del avión cada uno se sienta donde puede, me dio mala espina ya que en caso de accidente la política de la empresa debe ser: que cada cuál que se salve como pueda. En fin, el aeropuerto de Bora-Bora esta en el MOTU MUTE (motu=isla) por lo que una vez que el avión aterriza tuvimos que tomar un ferry hasta VAITAPE, centro neurálgico de Bora-Bora. Durante el viaje se aprecia la isla en toda su magnitud, es un espectáculo único.

Como en todas nuestras llegadas, hay alguien del hotel que te espera para llevarte donde sea, todo funciona muy bien. En Bora-Bora nos hospedamos en el hotel le maitai, que debe ser por lejos el mejor hotel donde estuvimos. En esta oportunidad nos esperaba un acogedor Bungalow sobre el agua. La gracia de este tipo de habitación es que, sorpresa, esta sobre el agua, y que tiene una especie de puerto desde donde uno puede comenzar expediciones submarinas y/o tirarse bombitas. De hecho, una vez instalados en el hotel nuestra primera actividad fue hacer snorkeling debajo de nuestra habitación. Luego, cena y a dormir.


DIA 6: despertamos muy temprano y aprovechamos de sacarles unas fotillos a los peces que andaban cerca de la habitación. Después del desayuno fuimos a buscar un auto que habíamos reservado el día anterior, lamentablemente se los habían llevado todos. Para aprovechar la mañana decidimos hacer deportes náuticos no motorizados: paseo en kayak. Aprovechamos de dar un paseo por el lago y hacer, nuevamente, algo de snorkeling en las tibias y celestes aguas de Bora-Bora. Luego de un rato de playa y un picoteo-almuerzo en la cabaña, caminamos por los alrededores del hotel. En la tardecita nos conversamos un copete al borde de la playa y terminamos la jornada con una rica y contundente cena, cortesía del hotel (seguro).

DIA 7: dado nuestro fracaso del día anterior con el auto, desayunamos muy rápido para asegurar nuestro paseo matutino por la isla. La primera parada fue VAITAPE, donde recorrimos en mercado, el puerto, el banco y otras tiendecillas del lugar. Lo más relevante de esta parada fue la compra de: un ukelele auténticamente polinesico!!. Cabe señalar que Bora-Bora es una de las islas más caras de la polinesia (como es obvio, nos enteramos en Bora-Bora). Lo más probable es que en papeete hubiese costado más barato, pero dado que existía una probabilidad cercana a uno que TODO estuviese cerrado en papeete cuando pasáramos de vuelta (y ya que no me lo compre cuando tuve la oportunidad de hacerlo), no podía correr el riesgo de volver sin pan ni pedazo. Así que me lo compre.

En el recorrido por la isla confirmamos algo que habíamos observado con sospecha los días anteriores: la gente entierra a sus muertos en el patio de la casa. Esta teoría fue confirmada en una conversa que tuvimos con una tahitiana, según ella es una tradición de la isla.

Una vez que devolvimos el auto era el turno de nuestra segunda actividad del día: buceo!!. Estuvo espectacular, muchos y mucha variedad de peces, corales y flora oceánica a diestra y siniestra: tahiti realmente es el acuario del mundo (tal y como reza la publicidad de la isla). Una vez de vuelta en el hotel nos tomamos unos copetines y conversamos un rato en la playa. Luego, cena y a descansar del día pulento que habíamos tenido.


DIA 8: día del retorno. Después del desayuno aprovechamos de disfrutar por última vez de nuestro acogedor y espectacular bungalow. Después de ordenar las maletas dimos un nuevo paseo por el lugar (como buscando a alguién que nos secuestrara para quedarnos). Cuando volvíamos al hotel nos cayó encima un diluvio que, a diferencia de las otras lluvias que nos tocaron en nuestra estadía en las islas, nos dejo completamente mojados. En la tarde comenzó nuestra cuenta regresiva en tahiti: en ferry al aeropuerto de Bora-Bora y de ahí en avión a papeete. Y a pesar que llegamos relativamente temprano a papeete, estaba todo cerrado (léase mercado, tiendas, restaurantes, etc.). Todo en la polinesia funciona aprox. hasta las 17.00 hrs. Cuando supe esto me felicite por haber comprado mi ukulele en Bora-Bora (no contaban con mi astucia). Luego de un sangururo de Mc Donalds (que de nuevo nos salvo) ya estábamos en el aeropuerto esperando nuestro vuelo a santiago, con nueva escala en isla de pascua. Lo bueno es que por el cambio de horario el vuelo se nos hizo muy corto. Producto del cambio de hora ocurrieron cosas muy extrañas, nos dieron desayuno, y luego cena, y después almuerzo, nadie entendía nada. En fin, esperamos volver algún día.

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